EL INEVITABLE ACUERDO CON GRECIA

13.02.2015 11:10

Dos son los imperativos que obligan a una acuerdo de financiación entre la zona euro y Grecia. Por una parte, el cumplimiento a rajatabla del principio de irrevocabilidad, que no contempla la posibilidad de que ningún país abandone el bloque, y por otra la preservación de la estabilidad financiera de la eurozona.

 

No obstante, en ningún caso un eventual acuerdo debe menoscabar la credibilidad en el mecanismo normativo sobre el que reposa el euro, so pena de herir gravemente su reputación. Aparentemente, solo aparentemente, se trata de un encaje de bolillos.

 

Pese a las innegables dificultades para rubricar un pacto entre el recién ascendido a la cúpula política helena, Alexis Tsipras y la potente coalición europea liderada por la canciller alemana, Angela Merkel, muy pocos dudan de que sería más caro financiar la guerra que la paz entre ambos contendientes.

 

Sin duda, sobre este supuesto encaja la decisión del nuevo Gobierno griego de aceptar a la Troika como interlocutor así como la disposición de la curia bruselense para suavizar el marco disciplinario financiero que gravita sobre Grecia a fin de evitar que se estrangule cualquier amago de crecimiento sostenible.

 

En un sentido genérico, Bruselas ha ido entendiendo que, si no se abre una puerta al crecimiento, en cualquier país del mundo estarán condenados al fracaso todos los esfuerzos para corregir el déficit público o cualquier otro desequilibrio económico. Más compleja se nos antoja la tarea para convencer a Merkel de esta elemental ecuación. Al parecer, solo la capacidad persuasiva de François Hollande podría salvar este molesto obstáculo.

 

Pero en este tortuoso camino hacia un acuerdo, tampoco debemos ignorar la formidable aportación del presidente del Banco Central Europeo (BCE) Mario Draghi, quien con una sorprendente habilidad, ha llevado a la práctica una política eficaz de palo y zanahoria, en este último caso, elevando en 5.000 millones de euros, hasta los 65.000 millones, el fondo de emergencia para Grecia.

 

También con referencia a la institución monetaria europea y, más allá de Grecia,  parece cabal que, en el futuro, el BCE deje de sentarse junto a los señores de negro en la mesa de negociación y se acomode al lado de los países fiscalizados al formar parte orgánica de los intereses financieros de éstos últimos. Puestos a cuestionar cosas, también convendría revisar la presencia del Fondo Monetario Internacional, muy alejado de los asuntos intraeuropeos.

 

“Si los acreedores quieren cobrar la totalidad de la deuda, tienen que imaginar un escenario económico favorable para que Grecia pueda pagar y, eso, solo se consigue con crecimiento”, dijo al Catalejo un observador de las negociaciones entre Grecia y la eurozona. “Es absolutamente necesario que todo el mundo entienda que el beneficio de un eventual acuerdo superará con creces al que tendría una ruptura. Por lo que he visto hasta ahora, nadie duda de esto”, añadió.

 

Además, según no pocos analistas, un consenso entre Grecia y la Unión Económica y Monetaria no debería ser interpretado por nadie como una señal de debilidad por ninguna de las partes. Muy al contrario, según éstos, sería como lanzar una mensaje de inquebrantable unidad dentro una familia que afronta los inevitables episodios de crisis con la misma energía que halla los caminos para seguir construyendo futuro.

 

"¿Cuánto tiempo cree usted que correría entre el abandono del euro por alguno de sus estados miembro y la desmembración del bloque?", preguntó el observador. "Créame que sería cuestión de muy poco tiempo", agregó.

 

Existe un cierto consenso en que la reunión de ministros del Eurogrupo del próximo lunes podría seguir avanzando, al menos, en favorecer un clima de entendimiento que facilite acuerdos no muy lejanos.