LA PERSPECTIVA DEL BOLSILLO

16.11.2015 12:31

Muy distinto debe ser pasearse por el mundo con el bolsillo rebosante de dinero que con aquel cuyos forros se tocan pegados por el vacio. El aspecto de ese mundo, que se nos presenta aparentemente igual para todos, debe ser muy diferente si se contempla desde los exclusivos ventanales de una opulenta mansión que visto desde los agrietados orificios de una mísera chabola. La Sociología lo trata como el rol social de la perspectiva y la Psicología como la asociación de la mirilla vital. Como ustedes lo prefieran.

El Conseller de Economia de la Generalitat de Catalunya, el liberal Andreu Mas-Colell, ha expresado su malestar con la CUP, con esa formación política anti sistema que sumó 10 escaños en el Parlament tras los comicios del pasado 27 de septiembre.

Podría entender la irritación de Mas-Colell desde la óptica de la mansión opulenta, pero seguramente discreparía de él, si mi visión del mundo procediera de un suburbio chabolista.

Para Mas-Colell, la trayectoria política del futuro Govern de Artur Mas no puede subordinarse a un grupo de ‘inmaduros parlamentarios’ que solo cuenta con 330.000 votos del electorado catalán. Sin embargo, para Antonio Baños, probablemente solo se trata de recuperar la tradicional honorabilidad del President que, de un tiempo para acá, ha sido devastada por uno de sus más ilustres representantes.

La CUP cree que con Artur Mas en la cúpula del poder, el honor de la Generalitat estaría bajo sospecha y, por esa no pequeña razón, se niega a prestarle su respaldo. Cuando se trata de preservar el honor, tanto vale el 40 como el ocho por ciento de los votos.

¿Inmadurez parlamentaria u honestidad política? Depende de la perspectiva que proporcione la posición del observador. En mi opinión, la perspectiva que uno pueda tener del mundo debe ser muy distinta con 6 millones de euros en el bolsillo que con lo justo para ir tirando.

A golpe de titulares, comprensiblemente los ciudadanos hemos ido aprendiendo a desconfiar de las muchas sombras que arroja la política, pero también parece razonable que concedamos un margen de confianza a los que pretenden proyectar alguna luz sobre sus quehaceres públicos.     

 ¿Acaso los 330.000 ciudadanos que han establecido líneas rojas en el ejercicio del poder en Cataluña, que han proclamado que en política no vale todo, deben ser considerados inmaduros?

El papel de las urnas debe extenderse mucho más allá de esas pocas horas de las que dispone el ciudadano común para hablar cada cuatro años. No socavemos los pilares básicos de la democracia.

Como cualquier otro partido minoritario, la CUP no solo deber fiscalizar las estrategias de los partidos mayoritarios en aras al legítimo mandato que ha recibido de sus electores, además tiene la obligación política de evitar y reprobar cualquier intento de contaminación en las buenas prácticas que exige toda actividad pública. Si cabe hablar en estos términos, permítanme afirmar que no solo se trata de una cuestión de honradez política, sino también de decoro moral.

Con independencia de que se comparta o no el ideario de la CUP, lo que está en juego es la esencia misma del sistema democrático.

Es reconfortante que, al menos por ahora, podamos confiar en la palabra de quien nos habla desde el ejercicio de la política. Ojala sea por mucho tiempo.

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Para los que hoy esperabais algunas letras mías sobre el horror de este fin de semana en París (que es el horror que todos compartimos) os pido un poco más de tiempo para que mi ánimo pueda juntar las letras capaces de expresar la inmensa desolación que ahora me abruma.

Eso sí, desde este modesto rincón quiero expresar toda mi rabia contra los violentos como toda mi solidaridad con sus víctimas.