La ejecución de un perro inocente

08.10.2014 10:33

En todas las historias feas siempre hay una víctima propiciatoria.

En esta ocasión, tampoco podía ser de otra manera. En esta esperpéntica historia del ébola, muere el perro, el que no tiene la culpa de nada, el que solo se conforma con un poco de comida y agua y un pequeño rinconcillo de la casa para dormir. Nada más.

Cuando un servidor era un chiquillo le preguntaba a mi padre por qué siempre moría el indio o el negro en las películas de tiros. Mi padre me solía contestar que importaba menos la muerte del indio o del negro ya que solían ser personajes de segunda fila.

Cuando, en rarísimas ocasiones, moría primero el blanco, me sorprendía y hasta me alegraba.

- ¡Papá, ha muerto antes el blanco!, le decía entusiasmado.

- Será porque en esta película no hay indios o negros, me respondía con un cierto tono de ironía.

El blanco solía ser el bueno, el guapo, el héroe de la película.

En esta nuestra historia de hoy,  también hay un  personaje secundario, nuestro inocente perro. ¡Qué mala suerte has tenido, buen amigo!  Tú, que solo pedías un poco de alimento y un rinconcillo para dormir, has tenido que morir.

Estas líneas van para ti.

Ahora, solo deseo fervientemente  que ésta sea la última víctima de esta película de horror.

   PD - Tengo el vago recuerdo de que viendo, hace muchos años, una película de miedo (La noche de los muertos vivientes) el personaje protagonista era un negro. No podía creerlo, era el héroe de la historia y salvaba la vida, una y otra vez, desafiando los feroces ataques de unos repelentes zombies.

¡Qué raro!, me dije frotándome las manos de satisfacción, mientras seguía con los ojos empotrados en la pantalla.

Pero justo, cuando ya estaba a punto de acabar la película y el protagonista había logrado sobrevivir a una noche infernal - ¡qué miedo pasé! - de espantosos ataques de aquellos monstruos putrefactos, cuando todo parecía haber pasado y el sol despuntaba entre la siniestra penumbra nocturna.., adivinen cómo acabó la película.