MENTIRAS Y MEDIAS VERDADES

05.11.2014 10:58

Al revés de lo que algunos creen, no por repetir mucho las mentiras se convierten en verdades.

Un caso especialmente llamativo es el del Gobierno que, contra toda evidencia, trata de camuflar una realidad económica que para más de un tercio de la población – según hemos sabido recientemente – es tan dramática como difícilmente resoluble.

Como no podemos ocultar la existencia de 14 millones de personas que malviven, tendemos a pensar que el país de las maravillas, en este país, solo está en la imaginación de los que gobiernan.

Después de que el martes supiéramos que el paro había aumentado en octubre, el Gobierno trató de convencernos de que esa era una buena noticia puesto que había subido menos de lo habitual en ese mes.

Un poco más tarde, el presidente del Gobierno dijo enfáticamente que la economía española crece más que la francesa o la italiana.

En rigor, no podríamos decir que el Gobierno miente, aunque tampoco diga la verdad. Hace uso de la media verdad, esa que puede ser peor que la mentira.

Es cierto que octubre no suele ser un buen mes para la evolución del mercado laboral en España, pero cuando la tasa de paro rebasa el 25 por ciento de la población activa y el desempleo sube, parece obsceno tratar de convencer a casi seis millones de personas de que la subida del paro indica que el mercado laboral va por el buen camino. El respeto a los parados merece otros argumentos.

Efectivamente escuchamos afirmar al presidente del Gobierno en su habitual tono doctoral y complaciente, que España crece más que Italia y Francia. Lo que el presidente no dijo es que Italia está en recesión y Francia en estancamiento.

Para evitar sufrimientos innecesarios es aconsejable pasar por la trituradora la retórica de los políticos. No por ello  logramos evitar la irritante sensación de que éstos, con demasiada frecuencia, meten a los ciudadanos en el saco de los tontos. Nos consuela saber que cuando las urnas hablan, cada cuatro años, esa parece una estrategia equivocada.  

Probablemente, el Gobierno ha escogido una de las peores tácticas para renovarse en el poder y apenas cuenta con tiempo para cambiar el rumbo. El partido que lo sustenta lo sabe y, en consecuencia, ya creemos ver la espectral presencia de la descomposición en la casa de los populares.

Pero que nadie se engañe. También se equivocarían quienes irresponsablemente festejen el ocaso del vecino sin más argumentos que la alegría por el dolor ajeno. Más les valdría tomar buena nota de estos errores y de los suyos propios, de los pasados y de los presentes.