- ¡Perdón, perdón y perdón! ¡Mil perdones! ¡Un millón de perdones!
- ¿Por qué pide tanto perdón?
- Para ir a la moda.
- ¿Pero ha hecho algo malo como para pedir perdón?
- No, pero como algún día lo haré, pues pido perdón por anticipado y así me adelanto al trotecillo del Gobierno.
- ¡Pero hombre!, si no ha hecho nada malo, no tiene que pedir perdón. Además, al pedir perdón, hay que pedirlo de verdad, con sentimiento.
- Es que yo he visto pedir perdón a la Espe y al Mariano y lo piden como quien va a matar mosquitos antes de ir a sobar.
- ¡No hombre, no! ¡así no vale! Mientras se pide perdón, uno tiene que hincarse de rodillas, como quien está rezando en la iglesia y acompañarlo de un acto de contrición. Si no, no vale.
- O sea, que además de pedir perdón, tengo que estar arrepentido.
- - ¡Naturalmente!, si no, vaya chapuza de perdón. Y no solo debe estar arrepentido, además debe hacer un propósito de enmienda.
- ¡¡¿Qué?!!, ¿también tengo que arreglar lo que he jodido? ¡Vaya marronazo!, ¡ahora si que no voy a pedir perdón!
- Usted verá lo que hace pero, si no pide perdón, igual no gana las próximas elecciones.
- Pues solo pediré perdón para ganar las elecciones, pero nada de contrición, ni de enmienda, ni leches de esas.
- Ahora sí que va usted a la moda.