Un día raro para escribir

15.08.2014 11:06

Me estoy escurriendo el cerebro para contar algo digerible a mis amigos en este día de luz y fiesta. El país entero anda metido en celebraciones y cada uno de sus pueblos (raro el que no) entretenidos en homenajear a su patrona favorita con incontenible entusiasmo ¡No saben los bolseros lo que se pierden con ese indomable afán de exprimir hasta el último euro!

No sé, anoche tardé en conciliar el sueño porque un montón de recuerdos, imágenes y otros fantasmas de la nocturnidad acudían desordenados a mi mente para robarme el ¿merecido? descanso después de un largo día ocupado por la vigilia. Como todos.

Ya sabemos que la economía - la nuestra y la ajena - fiel a su esencia titubeante, tras dar unos cuantos pasos adelante, no tarda mucho en dar aproximadamente los mismos atrás. Hasta ahí, nada ilusionante. Hoy tenemos demasiado sol y demasiada fiesta como para entretenernos con la gelidez de los números. ¡Me niego a enfriar el día!

Entonces, ¿qué nos contamos?

En mi nuevo afán de trivializarlo todo, de hacerme la vida más fácil e intrascendente (quizá también debería intentarlo con este diario) les voy a contar el menú gastronómico (el menú más auténtico) de hoy, ese que en pocos minutos me obligará a levantarme del sofá e ir a la cocina para cumplir con uno de los proyectos que acordé anoche conmigo mismo mientras conversaba banalmente con los dichosos fantasmas nocturnos.

Vamos allá: en mi casa (que es la de ustedes) hoy comeremos macarrones de primero y setas de segundo. Helado de vainilla, nata y chocolate de postre y para rematar la fiesta, un café y un chupito de orujo, que para eso estamos en el día más luminoso del año, ¡carajo!

¿Gustan?