UNA RECUPERACIÓN EN CRISIS

27.02.2014 09:30

Ante el alud de información contradictoria, el ciudadano se pregunta con indisimulada angustia si se acabó la crisis o sigue ahí clavada, con su cara más feroz y despiadada.

Es la pregunta del millón, el gran misterio por resolver. Hay tantas versiones sobre el punto en que se halla la crisis - la crisis económica naturalmente - que uno sospecha que la respuesta, de haberla, es remota o llega disfrazada de falso brote verde.

El Perplejo Espectador, trompicado por los empellones de la curiosidad, anda medio agobiado preguntando a unos y a otros (economistas, analistas y expertos del género) si la economía remonta o no, pero lejos de hallar luz en las respuestas, los doctos consultados le enseñan que las tinieblas siempre pueden ir a más. Mal, muy mal.

Como en otras tantas ocasiones enfrascado en peripecias sin  aparente solución, nuestro personaje apela a la imaginación. El resultado es desconcertante puesto que la respuesta – la de la imaginación – posiblemente representa la hipérbole de este relato ¿Será la recuperación la que está en crisis?

La imaginación amenaza al Espectador con que la ficción podría superar a la realidad. Ahora ya no es la economía la que está en crisis, es la recuperación de la economía la que anda en apuros. En su sintaxis más sutil podría decirse que ‘la recuperación de la crisis está en crisis’. La cosa es tan extravagante que podríamos haber descubierto la mismísima cuadratura del círculo.

-  Sí señor, la economía podría estar recuperándose, pero la percepción de la recuperación está en crisis.

El Espectador queda sumergido en la confusión.

- ¿Y qué fase del ciclo es esa?, pregunta aturdido nuestro personaje.

- Es una fase conocida como de profunda desconfianza.

- ¿Y cómo se supera?

-  Es muy simple. Los gobiernos reiteran escenarios ilusorios hasta convertirlos en reales. Esto es particularmente frecuente cuando se van achicando los plazos electorales.

-  ¿Y si no lo consiguen? ¿Qué pasa si no cambian los escenarios a tiempo?

Pues querría decir que la recuperación no logró salir de la crisis y, en tal caso,  los gobiernos suelen perder las elecciones.

También podría ocurrir que los más interesados en mutar la crisis por una súbita recuperación, cual metamorfosis milagrosa, se empeñen en identificar economía solo con finanzas, olvidándose de la otra parte de la ecuación, de la parte más real, de la que está a ras de calle. Esta hipótesis parece más verosímil.

Quién sabe si el Gobierno, a fuerza de enderezar la prima de riesgo, ha torcido la vida del ciudadano. Quién sabe si cuanto más apuntalaba la economía financiera, más debilitaba la economía real.

A duras penas el Espectador encontró un poco de luz en medio de tanta oscuridad.

Al final, nuestro perplejo personaje recurrió al sentido común y éste no podía fallarle. El sentido común completó la solución al jeroglífico.

El Espectador se había preguntado, una y otra vez, si la recuperación económica era compatible con un consumo hundido en el subsuelo, un crédito aún desaparecido y un empleo de baja permanente. La respuesta siempre era la misma.

Quizás, el Banco de España nos cuente hoy, sin retóricas, en qué  punto del ciclo está la economía. Mientras, si les parece, la política la dejamos para otro día.