Antídotos milagrosos

22.09.2014 10:53

En los tiempos que vivimos no es difícil encontrar antídotos contra lo que sea.

Hoy no solamente es posible saborear la deliciosa Amanita phalloides sin acabar en la fosa. Ahora también podemos beber vino sin alcohol y hasta comer turrón sin azúcar. Vivimos en la era de los milagros, de los antídotos para todo.

¡Qué lejos queda ya el Cuaternario!, ¿no?

Y uno se pregunta cómo puede ser que entre tanta biofísica y tanta bioquímica de última generación, todavía sea posible la supervivencia entre nosotros de un agente tan contaminante y dañino como es la recesión. Sí, esa cosa que provoca el empobrecimiento y la miseria de los pueblos.

Merkel, Bruselas y los gobiernos solícitos son la respuesta. Contra ellos no hay antídoto ni vacuna posible. Son capaces de sobrevivir hasta en los medios más hostiles

-   ¡Eh!, ¡se olvida de los mercados financieros!

-   No, no me olvido de los mercados, lo que pasa es que ellos no son los que toman las decisiones. Los mercados solo hacen lo que saben y los que deciden juegan a lo que no saben.

-  ¿Quiere usted decir que los mercados son inocentes?

-   Igual que un bebé.

La economía tiene sus reglas, es como el tic-tac de un reloj. En muy raras ocasiones es imprevisible.

Cuando Europa juega a reducir el déficit público a toda prisa – ahora quiere hacer de Francia su próxima víctima – los más viejos de la plaza contemplan con gran escepticismo el proceso y dicen para sí: ¡qué mala pinta tiene esto!

Pero Merkel, Bruselas y los gobiernos solícitos siguen a los suyo hasta la devastación final.

Y una vez más se va demostrando que los ignorantes heterodoxos, los malditos infieles tenían razón. El posterior reconocimiento del error, que ya va llegando (véanse recientes declaraciones de Barroso), es tardío. El antídoto ya no puede neutralizar el veneno.

Después, cuando toque, otros tendrán que resucitar a Europa, obrando un milagro aún mayor que el de los antídotos milagrosos. Y así va pasando el tiempo, un bien escaso que algunos se empeñan en perder.

FIN