Covid 19 - Solo sufrirán las economías desafectas a la Emperatriz

24.04.2020 13:21

Una vez más echaremos mano de los antiguos romanos que, aunque conformaban una civilización no poco licenciosa, era intuitiva por encima de todo. “Nullius mortem fugient”. Ellos eran muy conscientes de que todos los hombres morirían, pero también sabían que unos morirían mejor que otros. Todo dependía de lo cerca que estuvieran del Emperador y, éste, de los dioses.

Ahora, que se avecinan tiempos de severa crisis económica, todas las economías europeas nos van a enseñar sus vergüenzas, (y eso será lo mejor), pero algunas padecerán más que otras. No obstante, estar cerca del Emperador ayudará a sufrir menos.

Italia y España, otrora cunas de imperios, hoy deben conformarse con papeles secundarios. Pese a ello, nadie les impide arrimarse al Emperador o.., ¿deberíamos decir a la Emperatriz?

Los tiempos cambian y ahora los ejércitos se cambian por dinero, el dinero se cambia por poder y el poder es de Angela Merkel. Eso lo entendió perfectamente Mariano Rajoy hace unos pocos años. Los griegos no lo entendieron porque tenían sus propios dioses y así les fue.

Pero la experiencia es un grado. Si usted tiene una deuda excesiva, si su déficit le quita el sueño o si su balanza de pagos es de sainete, simplemente arrímese a doña Angela y sufrirá, pero sufrirá menos. Angela no solo es emperatriz, además está muy cerca de los dioses.

Claro, que además de los problemas clásicos de una economía particularmente rezagada en tiempos de crisis, España deberá afrontar su histórica deuda con el desempleo. Pocos se molestaron en tomar en serio esta secular falla, incluso cuando ilustres economistas y servicios de estudios alababan con entusiasmo el milagro económico de Rajoy.

Ahora, no se esfuercen mucho los economistas en elaborar macroteorías, más o menos, sesudas y retóricas. Si España no logra, de una vez, coser el legendario roto de su estructura laboral, las mejoras en términos de deuda, déficit y otros desequilibrios pisarán  sobre un suelo de barro. En base a la experiencia reciente, una reforma laboral “extremadamente agresiva” (¿recuerdan las palabras de De Guindos a Rehn?) y procíclica no ha resuelto un socavón estructural extremadamente profundo.

Es cierto que el actual gobierno se ha dado cuenta de que el estrechamiento del gap en materia de distribución de la riqueza es un elemento clave para lograr un perfil más equilibrado de la economía, pero no es suficiente para conseguir su razonable sostenibilidad y, además, la corrección del agujero no será a corto plazo.

Por tanto, estructura laboral y mayor equilibrio de la distribución de bienes y servicios se perfilan nítidamente como piezas clave para complementar los clásicos desequilibrios ligados a la coyuntura.

El problema que nos asalta en esta materia, no es baladí. Transformar los viejos estandartes de la estructura laboral española exige nuevas recetas y grandes dosis de imaginación. Pero, sobre todo, requiere un relevo generacional entre los principales actores del escenario y eso tampoco se logra de un día para otro. Sin embargo, la experiencia de algunas pymes puede suponer una contribución epistemológica que ayude a abordar la transformación y liquidación de las mastodónticas y obsoletas estructuras empresariales.

Así pues, no se asusten demasiado por las consecuencias económicas de la crisis sanitaria, ni siquiera por la suerte de las economías más frágiles. Ese es un problema menor mientras los bancos centrales (los dioses modernos) sigan perfeccionando sus sistemas de irrigación enfocados a los mercados. Simplemente cultiven la simpatía de la emperatriz Merkel y el Covid 19 apenas rozará sus primas de riesgo.

Pero si España no se toma en serio una completa trasformación de su mercado laboral a la altura de los nuevos tiempos, su economía siempre estará a merced de las mareas  turbulentas.