DEBATIR O NO DEBATIR, ESA ES LA CUESTIÓN

26.11.2015 12:33

Todo un dilema shakesperiano, un dilema que solo puede resolver el mismísimo presidente del Gobierno. Si debate, malo y si no debate, peor.

¿Quién se atrevería a debatir con semejantes premisas?

En cierta ocasión, un veterano diputado le dijo al Perplejo Espectador que Rajoy es un personaje singular. Para ilustrar tal afirmación, este diputado (Iñaki Anasagasti) contó que un grupo de diputados – entre ellos Rajoy – se encontraba charlando en un pasillo de la Cámara Baja después de finalizar una de las sesiones de investidura de José María Aznar a la presidencia del Gobierno. Pues bien, en un momento de la conversación, alguien preguntó dónde estaba Rajoy, quien había desaparecido inadvertidamente. Al echarle en falta, los improvisados contertulios comenzaron la búsqueda de su señoría por las distintas dependencias del Congreso. Finalmente, alguien encontró al desaparecido en una pequeña sala. Estaba solo, sentado en un sillón fumándose un enorme puro mientras veía un partido de fútbol en una tele portátil.

Por lo visto, Rajoy no pudo vencer su gran afición al fútbol, ni siquiera cuando sus señorías estaban cocinando la investidura del próximo presidente del Gobierno. Ignoramos si Aznar formaba parte o no de ese grupo de contertulios.

Conocida esta anécdota, es razonable que nos preguntemos si el próximo 7 de diciembre está prevista la retrasmisión de algún partido de fútbol o de cualquier otro evento deportivo. Creo que no, luego Rajoy debe tener otros planes que le impiden asistir a un debate electoral organizado por Atresmedia, junto a Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias.

Por ahí dicen que Rajoy ya había comprometido una entrevista con una cadena privada de televisión a la misma hora que el previsto debate a cuatro. Sea como fuere, uno tiene la sensación de que Rajoy tiende a escurrirse de los debates a varias bandas.

En alguna ocasión, también le contaron a nuestro Espectador que  Rajoy no es amigo de improvisar. Eso haría verosímil su habitual gato a los debates, ya que éstos suelen exigir algún grado de improvisación. Así las cosas, cualquiera podría entender que algún voluntarioso asesor del presidente prefiera no poner a prueba la agilidad mental de su jefe.

En fin, sea como fuere, parece que nos vamos a quedar con las ganas de ver a Rajoy en pleno fragor dialéctico frente a sus principales rivales a La Moncloa.

Nos consta, sin embargo, que la ausencia del presidente en el debate no será un motivo de disgusto para algunos.

¡Por fin voy a poder ver un debate tranquilo!, dicen que comentó uno de los asesores del presidente.

Muchos creemos que la presencia de Rajoy en cualquier debate  pone a prueba el confort de los tresillos de no pocos hogares españoles, aunque ese no sea el caso de algunos de sus más cercanos asesores.

“Hay que reconocer que el presi aburre hasta a las ovejas, pero a nosotros se nos pone el pelo de punta cuando participa en algún debate por las ocurrencias que acostumbra a tener”, dicen que dijo uno de sus asesores. 

Después de escuchar cosas como estas, inevitablemente uno se pregunta cuáles son las virtudes del presidente como para dedicarse a esto de la política. 

¡No se esfuerce usted, amigo mío, que los gustos y las habilidades de Rajoy no son materiales sino que vienen del espíritu!

Entre tanta abstracción y entelequia, el Espectador quedó verdaderamente confundido, preguntándose si es que Rajoy tendrá más de santo que de hombre y si solo unos pocos elegidos estarán dotados de la mística sensibilidad como para desentrañar la hierática personalidad del presidente. Al fin y al cabo, un vaso siempre será un  vaso y un plato siempre será un plato.

-         ¡Por cierto!, ¿cuándo juega el Madrid?

-          Creo que el 7 de diciembre.