DIGA SOLO 33

12.11.2014 09:51

Decir, hablar, comentar, expresar, comunicar. Da igual, hágalo como quiera pero hágalo. Mariano Rajoy prefiere el silencio, no sabemos si porque tiene pocas cosas que decir o porque rompió su voz de tanto usarla.

¡Diga usted lo que quiera, dígalo en gallego, pero diga algo, señor Rajoy! ¡No nos tenga en ascuas!

Tal vez ocurre que el mutismo de Rajoy es tan estridente como el zumbido del mosquito en el silencio de la noche o tan lúgubre como el toque de las campanas a difunto. Quizá es por eso que Rajoy prefiere no hablar, porque su silencio es más elocuente que sus palabras, porque cuando calla dice más que cuando habla.

Qué será, será.

Y cuando, por fin, decide hablar, cuando decide mostrarnos su muy añeja presencia, Rajoy nos habla de incomprensibles y repetidas extravagancias. Nos dice que la crisis ya solo es un mal recuerdo que otros nos dejaron, que crecemos más que Francia e Italia, que España está creando empleo a toda pastilla y que la Constitución es de todos los españoles … Él habla y la gente le escucha atónita, buscando con ahínco el maravilloso mundo de Rajoy. Tal vez existan dos mundos paralelos y contrapuestos a la vez.

Y mientras esto acontece, el parado sigue sin encontrar empleo, el que tiene empleo teme perderlo, el que llega a final de mes llega sin aliento y el que no llega hace tiempo que vive en casa de sus suegros reinventando el metro cuadrado.

Casi como que es mejor que no hable Rajoy, casi como que es mejor que permanezca en piadoso silencio.

Pero, hoy mismo, Rajoy se reencontrará con la palabra para hablar de Cataluña después de tres largos e interminables días de un tupido silencio. Sin embargo, ya le hemos escuchado, sus palabras son como de la familia y sus gestos también.

Y cuando Rajoy haya hablado, el mercurio del  independentismo catalán habrá subido con parecida velocidad a la que la luz viaja por el espacio.  

¡¿Por qué no se calla, señor Rajoy?!

Diga solo 33