EL CATALEJO DE RUIZ

22.06.2022 10:17

Cuando los veteranos de la vida dicen que el mundo funcionaba mejor en el pasado, en realidad no están describiendo una ventaja objetiva del pretérito, expresan, quizá sin saberlo, una condición propia de cualquier etapa de transición. Pasar los testigos de la Historia lleva su tiempo y el tiempo siempre es un bien escaso para el Hombre.

Como todo lo que involucra a la actividad humana, la Economía no escapa al tiempo, a su implacable tiranía, que pone plazos para todo, pero sin atajos, en el más difícil todavía.

La vieja Europa, con mucha Historia a sus espaldas, que es como decir con mucho tiempo por detrás, en pleno Siglo XXI topa con una nueva versión de su pasado, una versión actualizada de un viejo conocido, tal vez el más conocido de todos: el conflicto bélico.

La guerra, que siempre representa un gigantesco grado de involución, distorsiona el curso de la Historia e introduce largas demoras en la natural progresión social, política y económica de la interacción humana. La cultura comienza a escribirse con renglones muy, muy torcidos.

Ni siquiera el arcano negociado que representa la política monetaria queda al margen del escenario de la guerra y su acción, generalmente sobre raíles en el microclima de una economía avanzada, entra en la brumosa atmósfera de la incertidumbre.

En este contexto, el Banco Central Europeo (BCE), construido para controlar la inflación como su principal objetivo, debe elegir entre poner tope a la abrupta escalada de los precios o intentar no añadir lastre al crecimiento económico. Ahora, el logro simultáneo de ambos empeños me parece una tarea especialmente prolija. Pero como siempre, hay defensores y detractores de ambas ‘escuelas’.

Metido en este debate, me surgen más zonas de sombras que de luces, de terrenos ignotos que no he podido superar sin que me turben dudas razonables.

Si en el orden de prioridades de la política monetaria del BCE se coloca, en primer término, el control de la inflación, y esto se logra mediante subidas de los tipos de interés que limite un exceso de demanda, ¿qué sentido tendría subir los tipos cuando la guerra representa el mayor freno de la oferta, pero también de la demanda?

Desde esta óptica, la meteórica escalada de los precios energéticos y de los alimentos frescos iniciada en las últimas semanas sería inmune a una subida de los tipos de interés. Más bien al contrario, cabría pensar que una penalización prematura del precio del dinero dañaría adicionalmente a la demanda, lejos de suponer un factor de moderación sobre unos precios solo sensibles a la guerra.

Otro temor que parece destilarse de la actitud del BCE es que se instale en los mercados cambiarios la idea de que una brecha demasiado amplia en el diferencial de los tipos de interés entre EEUU y la zona del euro acabe por presionar a la baja a la divisa europea frente al dólar, perjudicando las exportaciones del viejo continente.

Es cierto que el endurecimiento de la política monetaria de la Reserva Federal de los EEUU ha tomado la delantera a la del BCE, que no ha tocado sus tipos en los últimos 11 años.

Sin embargo, en este punto, resultará muy ilustrativo subrayar que, desde hace varios años, los mercados financieros tienden a premiar más a una divisa por las expectativas del crecimiento de su economía que por el nivel de sus tipos de interés.

Como me dijo un responsable de tesorería de uno de los grandes bancos españoles en 1992: “… un crecimiento robusto, equilibrado y sostenido, al final, tiende a ajustar los desequilibrios de hasta la peor economía del mundo”.

EEUU está metido en su ciclo económico después de varios años de estímulos fiscales y monetarios abordados por sus diferentes administraciones, con un consumo sólido y unos precios a niveles desconocidos en muchos años.

Mientras, Europa, en un contexto general de mayor moderación, asistía a una tímida reactivación del consumo de las familias tras varios años de ahorro forzado por las duras y prolongadas restricciones de los confinamientos obligados por la Pandemia.

No pocos expertos sostienen que el consumo residual posCovid en Europa tiene sus días contados, especialmente una vez acabado el periodo estival al mismo tiempo que la guerra seguirá enfriando la oferta y la demanda en el mundo entero, especialmente donde se ubica: Europa.

El BCE ha insistido últimamente en que procederá a una subida de los tipos de interés que podría llevarse a cabo en los próximos meses de julio y en septiembre.

En el contexto descrito, ¿sería adecuado que el BCE emprenda una subida de los tipos de interés? A ustedes les dejo la respuesta para su posterior debate.