La mejora en gran parte de los sectores es compatible con la creación de empleo, lo que sugiere un cambio en el modelo de crecimiento, dice Funcas

31.05.2017 16:01

España vuelve a crecer por encima de los grandes países de la zona euro pero, a diferencia de como lo hacía antes de la crisis, ahora el saldo de su balanza por cuenta corriente es positivo. El último número de Cuadernos de Información Económica, editado por Funcas, incluye un artículo de Ramon Xifré que aborda esta cuestión y vincula el cambio de signo del sector exterior con la trayectoria de la productividad del trabajo a nivel sectorial. Lo relevante es que los incrementos sectoriales de productividad son compatibles con el aumento del empleo, lo que sugiere que puede estar produciéndose un cambio estructural en el modelo de crecimiento, sustentado sobre bases más sólidas que en anteriores fases alcistas del ciclo.

Antes de la crisis, el modelo de crecimiento se sostenía en el endeudamiento externo a unos niveles atípicos para una economía grande de la eurozona. La economía española crecía porque aumentaban el número de trabajadores y las horas trabajadas pero no mejoraba su productividad. "Después de la crisis, y aunque todavía no se puede emitir un juicio definitivo, hay elementos que apoyan la idea de que está aumentando la productividad de la mayoría de sectores, lo cual, previsiblemente, contribuya también a mejorar la balanza por cuenta corriente", explica el autor. Las ganancias de productividad de los últimos años están en línea con las de los grandes países de la eurozona, siendo superiores en servicios profesionales, actividades científicas e industria manufacturera.

El resultado es una mejora de la competitividad que se traduce en un buen comportamiento del sector exterior que, a diferencia de otras fases alcistas del cliclo económico, ahora se caracteriza por una aportación positiva al crecimiento.

El sector exterior, clave por tanto en la recuperación de la economía española, centra varios artículos de este número de CuadernosSilviano Esteve-Pérez, Juan de Lucio, Asier Minondo, Raúl Mínguez y Francisco Requena analizan en el suyo, por primera vez para España, los determinantes de la duración de las relaciones de exportación definidas a nivel de empresa-producto-destino, con especial atención al papel que desempeña la experiencia exportadora previa. Las empresas españolas establecen relaciones comerciales con el exterior con mayor frecuencia e intensidad que en el pasado, pero en muchas ocasiones tienen una limitada duración, lo que representa un serio contratiempo para la consolidación de un sector exterior potente.

En el caso de España, en un periodo de seis años (2010-2015), casi el 50% del valor de las exportaciones del último año proviene de nuevas relaciones comerciales. Sin embargo, el porcentaje de las nuevas relaciones comerciales que nacen y mueren cada año a lo largo de esos seis años supera el 60%. Las relaciones que tienen mayor riesgo son aquellas en las que una empresa intenta expandir su cartera de exportación con un nuevo producto a un nuevo destino, seguidas de las que promueven la expansión a destinos familiares. En cambio, el riesgo de fracaso es menor en las relaciones creadas a partir de la expansión de la cartera de destinos, pero con viejos productos, y en las que se combinan productos y destinos familiares. En todo caso, la supervivencia aumenta con el valor inicial de la exportación y con el tamaño de la empresa exportadora, así como cuando los destinos se sitúan en países europeos con elevada renta per cápita.

En otro de los artículos dedicados al sector exterior, María José Moral analiza la actividad turística en España y el relevante papel del turismo en la recuperación, con una aportación actual al empleo superior a los dos millones de trabajadores. España cuenta con un importante saldo exterior positivo por turismo que ha compensado tradicionalmente una parte del déficit comercial y que hoy lo hace ya en su totalidad, también por la disminución del propio déficit ante el buen comportamiento de las exportaciones. En términos macroeconómicos, más del 11% del PIB español se genera gracias al turismo, distribuido casi a partes iguales entre turismo internacional y demás componentes del sector, que incluyen el correspondiente a los residentes.

María Jesús Fernández se detiene en las características del empleo creado en la recuperación en 2014-2016, periodo en el que se generaron 1,2 millones de puestos de trabajo. Es decir, se ha recuperado poco más de la tercera parte de los 3,4 millones de empleos destruidos en los seis años anteriores. El empleo ha crecido en todos los sectores, especialmente en los servicios de mercado, que representan el 75% de todo el empleo creado y superan ya el nivel previo a la crisis, pero en industria y especialmente en construcción solo se ha recuperado una mínima parte.

Las ocupaciones que requieren mayor grado de cualificación han supuesto la creación de 720.000 empleos, mientras que las de menores niveles lo han hecho en 550.000. Desde la perspectiva de quienes han encontrado empleo, más de la mitad de los nuevos ocupados tiene educación terciaria, mientras que la tercera parte tiene un nivel de formación de secundaria o superior no terciaria, de modo que el nivel de estudios ha sido un factor determinante en la colocación de los trabajadores. Solo el 11,3% de los nuevos empleos ha sido ocupado por personas con un nivel de formación bajo (inferior a la secundaria completa), cuando este tipo de mano de obra representa el 38% de la población activa.

Por edades, el grupo que mayor crecimiento relativo del empleo ha registrado ha sido el comprendido entre 50 y 64 años, con un aumento del 17,4% (760.000 nuevos empleos, es decir, el 63% del empleo nuevo total), seguido de los jóvenes hasta 24 años, con un incremento del 7,5% (57.000 ocupados más). En el grupo de entre 25 y 49 años, el crecimiento es del 3,1% (365.000 ocupados más).

En el capítulo internacional, Erik Jones analiza los retos a los que se enfrenta el Banco Central Europeo (BCE) para abordar un cambio de signo de la política monetaria. Tal como señala en su artículo, la postura de política monetaria no convencional del BCE es insostenible a largo plazo, por lo que deberá empezar a retirarla en un futuro no muy lejano. Los próximos doce meses serán cruciales para el éxito del cambio de política, cuyo principal desafío radica en evitar la volatilidad y las perturbaciones en los mercados de deuda soberana, así como en la composición de las carteras en el sector privado. Ante las asimetrías en la situación de los países de la eurozona, "gestionar los diferentes impactos producidos por un cambio de política revestirá aún más importancia", explica.

Hasta ahora, el BCE ha reducido el volumen de sus compras de 80.000 millones a 60.000 millones de euros al mes, nivel que se mantendrá hasta diciembre si fuera necesario. Tras esa fecha es probable un nuevo recorte siempre que la inflación dé señales de regresar a un nivel cercano, aunque inferior, al 2% anual. El banco central solo empezará a subir el tipo de la facilidad de depósito una vez haya reducido el ritmo de compras y, tarde o temprano, también tendrá que reducir su balance, algo que ocurrirá a medida que sus exposiciones venzan. A la vista de los retos, el autor considera que aumentar el tamaño de los balances empieza a parecer una tarea más sencilla que devolverlos a su posición original.

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